Aquellos con más de 40 años seguramente recuerden todavía cuando España era todo un desierto en lo que se refiere a festivales de música. En los años 90 se inició un boom, de la mano del Sónar en Barcelona y el Festimad en Madrid en 1994, o el de Benicàssim, Contempopránea y Viñarock los años siguientes. Una lista que se ha ido incrementando sin parar. Hoy día se hace difícil imaginarse cómo era ese silencioso panorama en un país que supera el centenar de propuestas festivaleras repartidas sobre todo por la costa mediterránea y los principales núcleos urbanos como Barcelona, Bilbao o Madrid.
Tal como se recoge en un comunicado de la Asociación de Promotores Musicales (APM), que se publicó después de la temporada de festivales de 2014, un total de casi 1,4 millones de espectadores asistieron a los nueve festivales más multitudinarios de la península en los meses de julio y agosto. Pese a ser un 3% menos que el año anterior, queda claro que los festivales son una de las herramientas principales de promoción económica y turística para cada ciudad que aoja a alguno de ellos.
Solo hay que ver dos ejemplos como el Primavera Sound o el Sónar de Barcelona, que en 2013 estimaban que generaban con cada edición 65 y 60 millones de euros para cada ciudad respectiva.
Dentro del Top Nine en espectadores se incluyen, nombres tan reconocidos (y algunos tan jóvenes) como el Arenal Sound de Castellón, que con apenas cuatro ediciones logró 250.000 espectadores, sobre todo público joven español de entre 18 y 28 años.
Con cifras idénticas, se celebró el Rototom Sunsplash, el encuentro más importante del Reggae en Europa, que se dio en la localidad de Benicàssim en 2010. Un evento que pese a tener un estilo musical muy específico y no contar con patrocinadores, se convirtió en todo un fenómeno de nuestro país.
La tercera plaza sería para el Viñarock, un festival que ha sufrido numerosos altibajos (en 2007 por ejemplo solo asistieron 20.000 espectadores diarios) y que ahora ha sabido reinventarse y llegar a los 200.000 asistentes de su última edición. Detrás de estos está el Primavera Sound con 190.000, el FIB con 120.000, el Sónar con 110.000 o el Low Festival con 75.000.
¿Sabéis cuales son las expectativas de los asistentes a la hora de decidirse por uno u otro evento? Según una encuesta realizada por la web de la revista New Musical Express a 2.000 habituales a festivales ingleses, tan solo el 45% de ellos aseguraban asistir por razones musicales. Para el resto lo más importante era estar con los amigos, disfrutar del ambiente o hacer algo distinto a lo que hacen diariamente.
La encuesta también desvela otros datos interesantes, como que el 25% de ellos aprovechaban la estancia para acostarse con un desconocido/a, el 21% consumían drogas y el 13% se metía en alguna pelea.
En la encuesta también se señalaba que la edad media de los espectadores era de 35 – 38 años y que su gasto medio era de unos 500 euros por persona.
En nuestro país, la crisis económica y la subida del IVA cultural ha hecho desanimado a un gran público, haciendo que los principales festivales tocasen techo en cuanto a asistentes, mientras que los nuevos festivales low-cost que han sabido atraer a un público más jóven (como el Arenal Sound, Low Festival o SOS 4.8 en Murcia) no dejan de crecer.